¿Qué hacemos cuando se rompe
nuestro primer juguete? ¿Es tan difícil desatar el cordón que nos une a él
evitando dar una oportunidad a un juguete que nos ofrece más para ser felices?
Siendo una pregunta un tanto más global: ¿Por qué nos da tanto miedo probar
cosas nuevas? A decir verdad, en el preciso momento en el que un juguete se
descompone deja de ser el mismo para siempre, puedes intentar volver a armarlo
con el pegamento más fuerte que se haya inventado y lograr unir todas sus
piezas, pero nunca se podrán borrar esas rajaduras que siempre nos asegurarán
otro posible rompimiento, como dije, ya nada será igual. Naturalmente, la
mayoría de las personas siempre opta por la opción de intentar volver a juntar
las piezas de este juguete descompuesto, sencillamente porque nos resulta la
salida más “fácil y segura”, pero en muchos casos siempre terminamos haciéndonos
daño con una de las piezas rotas.
Volveré a mencionar la pregunta
principal, pero esta vez mucho más general: “¿Por qué nos aferramos tanto a
nuestro pasado?" Deben saber, si el pasado fuese bueno, se llamaría presente… sé
que para la mayoría no es el caso, el mío tampoco. ¿Qué puedo decir? La vida es
demasiado corta e imprevista que no nos alcanza el tiempo para sentir miedo, a
menos que no quieras ser parte del mundo y mantenerte respirando dentro de una
burbuja. ¿Por qué no arriesgarse? Sí, arriesgarse a ser feliz, a equivocarse y
aprender, a ilusionarse y
desilusionarse, a amar y ser amado; en resumen, arriesgarse a vivir.
Duele despegarse de aquellas
personas que en algún momento te hicieron un bien, que hicieron de tu felicidad
una costumbre y no una emoción más… claro que duele. No obstante, si la tinta
con la que escribe esta historia comienza a fallar, lo mejor es no forzarla más
a menos que sea para escribir un buen final. Ese debe ser el secreto para que
un simple recuerdo se convierta en inolvidable: un buen final. ¿Qué se gana
forzando piezas que no entran en el rompecabezas? Quizás en algún momento
termines por arruinar gran parte de este. Es simple, si la pieza no va, no va;
no sigas buscando una forma de como hacerla encajar, busca la que encaje
perfecto en el espacio vacío que a tu vida le falta llenar; no lo llenes con
piezas rotas o desfiguradas solo para sentirte ‘completa’, recuerda que lo que
más importa es el recorrido y no el final. Anímate a buscar nuevas piezas,
nuevos juguetes, nuevas historias, nuevas personas; anímate a decirle sí al
reto, sí a arriesgarse, sí a fallar, sí a volverlo a intentar y sí a triunfar.
Acepta a la vida y no le cierres la puerta; así como tiene penas, también tiene
alegrías; así como tiene equivocaciones, también tiene lecciones; así como
tiene finales, también tiene nuevos inicios.
Para terminar con todo esto, solo
me faltaría compartir con ustedes una frase que resume el tema y adicionalmente termina con mi reflexión: “Existen personas que simplemente pasan por tu vida
para cambiarla, no para quedarse”. Acepta el cambio y toma el riesgo de
asimilar que por más vueltas que des, la vida debe continuar. En algún momento
te encontrarás con el terrible reto de querer mirar hacía atrás, y si realmente
aprendiste, voltearás a sonreírle a lo que dejaste atrás y seguirás hacia adelante. No te detengas, el show debe continuar.
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