Empezaré por agradecerte a ti por
despertar en mi nuevas emociones y sentimientos que en algún momento llegué a
cuestionar su posible aparición, quizás felicidad en su extrema magnitud de tan
solo recibir una mirada o una sonrisa, de sentirte en el cielo literalmente al
sentir un abrazo o solo la cercanía de esa persona y qué decir de un beso.
Supongo que no me siento preparada matemáticamente para enumerar las veces que
no recuerdo haber llegado a mi casa estando sobria de alcohol, pero ebria de su
sonrisa y drogada de su corazón.
Gracias por la experiencia de
aquellas desveladas esperando tu llamada, tu respuesta o como se dice ahora ‘cualquier
señal de vida’, y sobre todo, cualquier señal de que lo ‘nuestro’ aún seguía
vivo. Gracias por las tantas madrugadas que pasé pegada a aún auricular con la
sonrisa estampada, por demostrarme que el efecto madrugador puede más que
cualquier detector de mentiras o miedo de decir lo que sentimos o pensamos, por
enseñarme que en muchas ocasiones es más fácil soñar con los ojos abiertos y
que en algunos casos muchos de mi sueños no superaron la tan maravillosa
realidad.
Gracias por
estimular esta locura de amor que todo este tiempo sentí, todo aquello que me
impulsó a volver a poseer la inocencia de niña de querer llamar la atención de
aquel principito, a correr o caminar de más solo para llegar hasta donde tu
estés sin importar si recibiría algo a cambio, pero los largos abrazos y besos
en la mejilla que me regalaste fueron el motor y motivo de seguir intentando
una ves más llegarte a enamorar. En realidad, esta locura de amor como prefiero
llamarle yo, fue lo que me incentivó a hacerte creer que a veces las
casualidades son meros esfuerzos de una enamorada para caracterizarlos como
tal.
Gracias por
hacerme no controlar estas diarias ganas de extrañarte tanto e ir hacia donde no
tenía que ir solo para verte. Gracias por aparecer en cada lugar, en cada
rostro y en cada cielo. Gracias por crear en mi una rápida capacidad para
imaginar millones de películas al cerrar los ojos e interpretas las letras de
canciones como mis nuevos guiones, todo esto en el largo recorrido del microbús.
Gracias por mejorar cada sueño y salvar cada pesadilla. Gracias por enseñarme a
camuflar sonrisas y secar lágrimas que hasta el día de hoy aún las siento.
Gracias por
regalarme la tan maravillosa experiencia de sentir lo que es una “atracción a
primera vista”, lo que es dejar que largo tiempo pasé y sentir la misma química
de aquél último momento que te tuve cerca. Gracias por darme las ganas de
querer decir a todo sí, por hacerme perder el miedo de arriesgarlo todo para
superar el peor miedo de nunca saber lo que hubiese pasado, por animarme a las
nuevas aventuras y no volver a encerrarme en mis fóbicas ideas y, lo más
importante, a dejar que mi escondida habla que solo se manifiesta entre teclados
y lápices haya tenido la valentía de admitir que por primera vez se enamoró,
gracias a eso pude darme cuenta y quizás dejar bien en claro que no fui, soy ni
seré aquella chica insensible y de pocos sentimientos que alguna vez un grupo
de personas me categorizó, supe lo que es llorar por amor y de alguna muy mala
decisión. Gracias por hacerme sentir tu presencia y ausencia en cada gota del
alcohol que necesitaba en algunas ocasiones para matar aquellas mariposas de mi
cuerpo.
Siendo un poco
más resumido, gracias amor por enamorarme. Claramente hubiera preferido que
todo esto tuviera otro final y en esta ocasión no haber escrito un estereotipo
de renuncia a ti. Definitivamente diste muchos pasos en falso y muy pocos
acertaron, apareciste nuevamente en mi camino un poco menos de la cantidad de
veces que desapareciste, me elevaste al cielo y conocí el subsuelo al ver más
de una vez tu intento de ser feliz junto a otra. Sí, acepto que yo tuve mucho
de miedo de volver a ser lastimada; pero tú, mi gran amor, solo tuviste miedo
de ser feliz.
¿Te deseo el
mal? No para nada, al contrario, mi mayor deseo es que en alguna oportunidad
llegue a tu vida esa persona que mueva a gran velocidad tu mundo sin dejarte
caer, que fortalezca todos tus sentidos, aquella con la que sientas que puede
subirte al cielo en un momento y en otro te encuentres ardiendo en el fuego más
frío. Algo un tanto parecido a todo lo que a lo largo de este tiempo me hiciste
vivir. Gracias por esta eterna ilusión y rápida desilusión. Y tranquilo, no
temas; el mundo da vueltas, pero yo ya di media y me fui.