viernes, 14 de diciembre de 2012

Impuntual y tornadiza primavera

No puedo olvidar ese pequeño rayo de sol que penetro aquel día, toda esa cargada neblina que obstaculizó un cambio temporada y, adicionalmente, de página. Era una iluminada línea que determinaba el paso de una etapa de frío a otra que, para nosotros, podía resultar más cómoda. Aquellas hojas secas que dejo caer el pasado otoño, al fin terminaron de volar, dando ganas de que broten unas nuevas en otros árboles. Sí, creo que llegó la primavera.
Recuerdo que a inicios de año, una de las cosas que mencionó mi mejor amiga acerca del tiempo y de cómo se divide, es que la gente siempre se enamora después de pasar la mitad del año; quizás fue una indirecta relación de las tantas que se le atribuyen a la primavera con el amor. ¿Enamorarse en primavera? ¿Y por qué no? No creo que solo salga en las películas. Sin embargo, la presente primavera, definitivamente, no ha sido igual a las demás; a diferencia del resto, le costó mucho finalizar el invierno, pero ya está, aquella impuntual y tornadiza primavera ya llegó.
La mayoría de ustedes pensará que esta primavera, o mejor dicho, que este relato trata de un nuevo amor; les confirmo que, precisamente, no es así. Si bien sabrán, esta primavera tocó mi puerta ya estando enamorada; ¿para qué enamorarme?  Estoy muy segura que la mejor opción, o lo que esta primavera quiso para mí fue olvidarte y si de algo me fuera enamorar, que sea de la vida. Sacar de mi jardín todas las hojas secas que encuentre y plantar un nuevo árbol que brote unas nuevas, de otro color, otro sentido.  No les negaré que un chico marcó el inicio de mi primavera con ese pequeño rayo de sol y, coincidentemente, esos días de frío y lluvia marcaba el tornadizo camino con muchos recuerdos que aún no dejaba de sentirlos latentes. Eso fue lo que diferenció esta primavera de cualquier otra: el indeciso clima y la dificultad de pasar a otra temporada y, paralelamente, de página o cambiar de historia.
No es nada fácil olvidar y sobre todo si recién descubres realmente lo que es estar enamorado, pero tampoco es imposible; lo digo yo que en serio me costó. Tengo la suerte de tomar y confiar en todas las señales que me manda la vida y los ángeles que siempre me acompañan, y transformarlas en incompletas respuestas que solo las puedo completar yo con los pasos acertados que dé. Una de ellas fue poco a poco ir recordando lo hermoso de guardar una ilusión, lo increíble de una sonrisa brindada y la risa que se escapa después de recibir una mirada. Fue ahí cuando supe que no solo estaba perdiendo el tiempo, también perdía una parte de vida. Deben saber, si ya no vives lo que anteriormente mencioné, ya no vale la pena insistir, solo hace falta pasar la página o cambiar de libro.
No sabía olvidar o quizás ya lo olvidé, lo cierto es que ya debía de terminar con esta inútil lucha de tratar de recuperar tiempos que no volverán. Puede que nunca te olvide, pero llegué a superarte y dejar de extrañarte. Hacía falta sacar todo lo que llevaba adentro, sacar todo aquello que se ocultaba en el fondo de mis cajones y no me dejaban tener un nuevo orden. No perdí mi orgullo al decir que estaba enamorada, lo hubiera perdido al seguir insistiendo en algo que ya no daba. Liberé todo lo que no me dejaba avanzar, saque toda piedra de mi camino para que no me doliera seguir caminando.
Y es que de eso de trata la primavera. De una temporada que despeja el camino que tienes por delante y es tan bello que perderías el tiempo mirando hacia atrás, de una etapa de cambio para darnos cuenta que no vale la pena seguir coleccionando hojas secas que cayeron de nuestro viejo árbol y se vuelven mucho más fáciles de romper. Puede que la primavera te atrape en forma de amor como también de un nuevo comienzo, pero de alguna u otra forma, te atrapará. A mi parecer, fue una primavera algo complicada de cambiar, pero aprendí gracias a eso que detrás de cada nube gris se esconde un hermoso rayo de sol.